Indizada en: Index Medicus Latinoamericano, LILACS.
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Obituario Dr. Héctor Abelardo Rodríguez Martínez

Periodicidad: continua
Editor: Mario Magaña
Abreviatura: Patologia Rev Latinoam
ISSN: 2395-9851
Indizada en: Index Medicus Latinoamericano, LILACS. 

          

 

Obituario Dr. Héctor Abelardo Rodríguez Martínez

Obituary Dr. Héctor Abelardo Rodríguez Martínez.

Patología Rev Latinoam | 7 de Agosto de 2025

Patología Rev Latinoam 2025; 63: 1-5.

https://doi.org/10.24245/patrl.v63id.10681

Abelardo A. Rodríguez Reyes

Hospital "Dr. Luis Sánchez Bulnes", Ciudad de México.


Recibido: agosto 2025
Aceptado: agosto 2025

Corrrespondencia:

Abelardo A. Rodríguez Reyes
arodri2@yahoo.com

Este artículo debe citarse como:

Rodríguez-Reyes AA. Obituario Dr. Héctor Abelardo Rodríguez Martínez. Rev Latinoam 2025; 63: 1-5.

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¿Cómo redactar y resumir la vida de uno de los grandes pilares que ha dado la Anatomía Patológica Mexicana?

Con muy buena voluntad, el mejor de mis esfuerzos, pero, sobre todo, con el mayor de los afectos intentaré compartir con todos ustedes mis colegas y amigos una semblanza de la obra personal, familiar y profesional del Dr. Héctor Abelardo Rodríguez Martínez (mi padre), conocido por la gran mayoría como el Dr. Rodríguez Martínez, tal como me referiré a él en las siguientes líneas.

El Dr. Rodríguez Martínez nació en la ciudad de Durango el 22 de febrero de 1934. Fue el primogénito de una familia pequeña sólo con su hermana Martha Patricia, producto del matrimonio del Ing. Aurelio Rodríguez Gómez y la Sra. María del Rosario Martínez Barrena, excepcional matrimonio quienes con el ejemplo siempre le inculcaron buenos principios y a través de sus acertados consejos lo supieron conducir por el camino de una muy buena educación. A muy temprana edad emigró a la ciudad de Chihuahua, lugar donde continuó su educación elemental, secundaria y preparatoria en escuelas Jesuitas.

El Dr. Rodríguez Martínez desde temprana edad mostró gran dedicación en su formación académica lo que siempre lo llevó a ser el más destacado entre sus compañeros de clase. Posteriormente se desplazó a la ciudad de México, donde realizó la carrera de Médico Cirujano en la Facultad de Medicina de la UNAM de 1953 a 1959. Vale la pena enfatizar que desde el inicio de su carrera de Medicina, el Dr. Rodríguez Martínez siempre tuvo la firme convicción de que quería ser cirujano. En el año de 1959, fue becado para realizar una estancia en el Departamento de Cirugía del Hospital Universitario de la Universidad de Michigan y fue hasta ese momento y en ese lugar donde se percató que para ser buen cirujano se necesitaba contar con una excelente preparación en Anatomía Patológica. A su regreso a México entre 1959 y 1960 se incorporó al mundo de la Anatomía Patológica en la Unidad de Patología del Hospital Juárez de México, SSA, ocupando los puestos de Jefe del Anfiteatro de Autopsias, Jefe de la Sección de Autopsias y Subjefe de la Unidad, bajo las órdenes del Dr. Alfonso Reyes Mota (mi abuelo), quien inicialmente fue su jefe y primer maestro en Anatomía Patológica, y posteriormente se convertiría en su suegro. Durante 2 largos años tuvo la incertidumbre de si quería ser cirujano o patólogo, por lo que de nueva cuenta en los Estados Unidos de Norte América entre 1961 y 1963 realizó el internado rotatorio y un año de la especialidad de “General Practitioner” en el Hospital Penrose de Colorado Springs, Colorado. Fue hasta el otoño de 1962 que se convenció que su verdadera vocación era la de ser patólogo. Cursó dos años de Patología General en la misma institución, bajo las órdenes del Dr. Morgan Berthrong, extraordinario patólogo quien le enseñó el arte de la Anatomía Patológica tanto en el área de Patología Posmortem como de Patología Quirúrgica. En ese mismo lugar otro de sus grandes maestros fue el Dr. John D. Rice Jr., quien con su personalidad, orden y exigencia también tuvo una gran influencia en su formación como anatomopatólogo. Posteriormente entre 1963 y 1965 continuó su formación como Patólogo general con el Dr. Juan del Regato y una vez concluido su entrenamiento entre 1965 y 1967 realizó un fellowship en el Hospital Barnes de la Universidad de Washington, en St. Louis Missouri, bajo las órdenes del Dr. Lauren V. Ackerman, el primer año en Patología Quirúrgica y el segundo en Microscopía Electrónica. En esa época de su formación académica una vez más tuvo la influencia de 2 grandes “monstruos” de la Anatomía Patológica, primero la de su maestro y jefe el Dr. Lauren V. Ackerman y posteriormente la de su amigo y compadre el Dr. Juan Rosai, con quien mantuvo una estrecha amistad y un continuo intercambio profesional a través de charlas presenciales, telefónicas y largos mensajes, estos últimos generalmente de casos de consulta de difícil diagnóstico. Para su formación como patólogo obtuvo las certificaciones del American Board of Pathology y del Consejo Mexicano de Médicos Anatomopatólogos, A.C. A su regreso a México por invitación del Dr. Jorge Albores Saavedra, ingresó como parte del staff de la Unidad de Patología del Hospital General de México en octubre de 1967. En ese lugar se desempeñó primero como jefe del Servicio de Patología Quirúrgica entre 1967 y 1983. Fungió como Codirector del Curso de Histotecnología del Laboratorio de Patología Quirúrgica, donde se formaron 136 técnicos en Patobiología y posteriormente se desempeñó como jefe de la Unidad de Patología del Hospital General de México y como jefe del Departamento de Patología de la Facultad de Medicina, UNAM entre 1983 y 2000. Durante su estancia en la Unidad de Patología del Hospital General de México, participó directamente en la formación académica de 169 Residentes de Patología, fundó y desarrolló el museo de piezas anatomopatológicas de la Unidad de Patología, creó y desarrolló quizás el primer Laboratorio de Inmunohistoquímica del país en la Unidad de Patología del mismo hospital. Ocupó importantes cargos tales como la presidencia de la Asociación Mexicana de Patólogos, socio de la División Mexicana de la Academia Internacional de Patología y del Consejo Mexicano de Médicos Anatomopatólogos entre otros. Presentó cientos de trabajos científicos en congresos nacionales e internacionales, cuenta con más de 1,500 citas de trabajos científicos publicados en revistas indizadas y publicó más de cien trabajos científicos en revistas nacionales e internacionales. Además de los múltiples artículos, también publicó numerosos capítulos de libros y es el autor del libro, a mi parecer su Obra maestra: Opiniones Personales sobre la enseñanza, el aprendizaje y la práctica profesional de la Anatomía Patológica, sobre el cual comparto un par de opiniones: 

Palabras del Dr. Juan Rosai “Creo que la virtud más notable de esta obra es la de reflejar una pasión, dedicación y fidelidad a un ideal que pocos tienen y que tanta falta le hace a nuestra especialidad”. 

Palabras de Gino Raúl De Gasperín Gasperín: “Considero que este <<heterodoxo libro>>, singular compendio de vida profesional resulta valioso para los médicos y anatomopatólogos, a quienes no solo aporta claves para su ejercicio profesional, sino que les indica con claridad que la práctica médica debe estar permeada por una rigurosidad en la metodología y en una ética racional centrada en el infinito valor de la persona”

De 1984 a 2017 tuvo el nombramiento de Investigador Nacional (SNI) y desde el año 2000 hasta principios de 2024 se desempeñó como el jefe del Laboratorio de Investigaciones Anatomopatológicas, “Roberto Ruiz Obregón”, del Departamento de Medicina Experimental, primero bajo las órdenes del Dr. Ruy Pérez Tamayo y en los últimos años del Dr. Jaime Berumen.  

Fue merecedor de 2 reconocimientos por haber completado 50 años de trayectoria docente tanto en la Facultad de Medicina de la UNAM, como en el Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga”.

El Dr. Rodríguez Martínez siempre guardó un lugar muy especial entre sus colegas, alumnos, familiares y amigos, fue un gran apasionado del ejercicio de su especialidad y tal parecía que entre más difícil resultaba el caso que le consultábamos muchos de sus discípulos, más disfrutaba dicho reto, para lo cual una y otra vez más nos enseñaba con maestría la mejor forma de abordar y resolver casos complejos, a través de la fundamentación clara y precisa para poder elaborar un diagnóstico de certeza. Algunas frases muy propias del Dr. Rodríguez Martínez durante el ejercicio de su especialidad fueron: ¿Estás tan seguro de tu diagnóstico que podrías fotografiarlo para demostrarlo?, ¿Cuántos cortes crees que son suficientes para demostrar tu diagnóstico? Tantos como sean necesarios, mientras quede tejido en el bloque de parafina o en el “frasco”, hay que incluirlo todo y realizar más cortes; por último, si estás tan seguro de tu diagnóstico ¿le apostarías unos centavitos? Me atrevería a decir que como muy pocos patólogos de la era actual, también fue un experto en la realización e interpretación de las diferentes tinciones de histoquímica, con particular interés en los tricrómicos y en las tinciones de plata. Dicho sea de paso, el Dr. Rodríguez Martínez fue un gran admirador del Dr. Pierre Masson, a quien citaba con mucha frecuencia por sus grandes aportaciones a la Anatomía Patológica. Vale la pena mencionar que además de la patología tenía algunas otras pasiones en su vida que siempre le dieron la fuerza y el aliento para seguir adelante y me atrevo a mencionar que quizás una de las más grandes fue el gran amor que tenía por su “Rancho”, ubicado aproximadamente a 50 km al sur de la ciudad de Chihuahua, en cuyo cada cm cuadrado de dicha propiedad veía plasmado el recuerdo de sus adorados padres.

No puedo dejar de mencionar que durante este largo peregrinar por el camino de la Patología, el Dr. Rodríguez Martínez siempre contó con el apoyo incondicional de su fiel compañera de vida y esposa (mi madre), la Sra. Doña Manuela Elena Reyes de Rodríguez (Manuelita), mujer incansable, previsora y comprensible de cuya unión resultamos sus 4 hijos Miguel Ángel, Elena María, Abelardo Antonio y Alfonso Manuel, quienes junto con sus nueras y yerno posteriormente incrementaron la familia con sus 9 nietos Jesús, Daniela, Alfonso, Fernanda, Mariana, Alejandro, Lorenza, Abelardo III y José Manuel.

Concluyo diciéndoles a todos ustedes que la vida ha sido muy generosa conmigo por haberme permitido el privilegio de convivir de manera muy estrecha primero con el padre y posteriormente con el maestro y amigo durante 59 largos años de mi vida, célebre personaje que deja un gran legado para la Anatomía Patológica Mexicana, además de un extraordinario ser humano, por lo que concluyo con profunda admiración, agradecimiento, respeto y cariño.

¡MUCHAS GRACIAS!

Dr. Abelardo A. Rodríguez Reyes

(Junio 20, 2025)


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